Sueño.

Sueño con despertarme a tu lado tras una noche de guerra. Abrir los ojos y verte a mi lado, en paz, soñando. Acariciarte cuidadosamente para no despertarte, pasar la yema de mi dedo índice por tus suaves labios, mirar tu carita de ángel, morderme el labio sin pretenderlo controlando el deseo de comerte entero de nuevo, observar como duermes y dar gracias a la vida por darme la oportunidad de conocerte. Mirarte, derretirme, querer hacerte mío otra vez pero sentirme incapaz de despertarte. Sentir que eres mi hombre, mi chico y mi niño a la vez. Sentir que por ti podría morir y matar a la vez. Sentir que por ti puedo vivir y que por ti vivo también. Ponerme tu camiseta e ir de puntillas sin hacer ruido a preparar un desayuno para dos. Que aparezcas por detrás cuando estoy preparando fresas con chocolate y me cojas por la cintura y me abraces. Decirte que pensaba que estabas dormido y que me digas algo así como… estaba despierto desde antes que tu, sentí que ibas a despertarte y me hice el dormido para ver si te quedabas mirándome como yo me he quedado mirándote a ti. Terminar haciendo de la cocina el lugar más afrodisíaco del mundo. La octava maravilla, tu cuerpo; mi hogar.

Sueño con tus manos, las imagino cálidas,
sueño como sería dormirme en tu pecho, sentirme protegida cada noche.
Sentirme en paz, contigo.

Sueño contigo a todas horas y despierta.
Te sueño despierta porque cuando consigo conciliar el sueño tengo pesadillas.
Sé que para ti no tiene sentido imaginar las cosas antes de que sucedan.
Pero es lo único que tengo por ahora.

Me he enamorado.
No tiene explicación.
¿A caso el amor la tiene?
Lo que siento es lo que hay.
Y lo que hay es amor, un amor incondicional por ti.

Paula.