- El buen y responsable amo de perros tiene que mantener una serie de reglas que se resumen en estos mandamientos para que la relación entre el dueño y el perro se desarrolle lo mejor posible:
1.- Dame, sobre todo, tu cariño; lo necesito más que cualquier otra cosa; los perros somos muy sentimentales.
2.- Proporcióname buena alimentación: basta un plato abundante una vez por día, cuando soy perro adulto; me gustan las verduras y las frutas (aunque no lo creas); y, por supuesto, nunca debe faltarme el agua.
3.- Permíteme hacer ejercicio: necesito correr porque, como tu sabes, desciendo del lobo; por eso debo estar en un patio amplio o llévame a donde pueda jugar sin peligro.
4.- Arréglame un lugar abrigado para dormir: me gusta tener mi casa donde pueda protegerme cuando llueve o hace frío.
5.- No me dejes nunca en la calle: no quiero morir en la perrera municipal ni bajo las ruedas de un coche; cierra tu propiedad con una buena reja y no dejes abierta la puerta (acuérdate que también hay ladrones).
6.- Cuida de mi salud: llévame al veterinario cuando me notes dolorido, resfriado o triste; vacúname contra la rabia, el moquillo, el parvovirus, desparasítame y cepíllame en vez de bañarme o, si me bañas, sécame bien, pues la humedad me perjudica.
7.- No me tengas atado: si tienes que hacerlo, suéltame con frecuencia; si no puedes soltarme, colócame una ‘cadena corredera’ sobre un alambre grueso y largo, tendido entre dos árboles o postes. Si puedes, mejor me compras una caseta.
8.- Enséñame a obedecerte y ayudarte: me gusta aprender y demostrarte mi inteligencia; pero hazlo con paciencia y cariño, nunca con golpes o a gritos.
9.- Trátame con justicia: no descargues en mí tu mal genio, ni me hagas pagar culpas ajenas; trata de comprenderme, aunque a veces te cueste: no quiero que olvides que tú eres el ser ‘racional‘.
10.- No me abandones jamás: sé tan leal conmigo como yo lo soy contigo; si algún motivo insuperable te obliga a separarte de mí, prefiero que me hagas dormir para siempre, sin que yo lo sepa, antes de dejarme en manos de extraños o echarme a la calle.
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